viernes, 19 de abril de 2013

MUERTE DE NARCISO de José Lezama


MUERTE DE NARCISO

Dánae teje el tiempo dorado por el Nilo,
envolviendo los labios que pasaban
entre labios y vuelos desligados.
La mano o el labio o el pájaro nevaban.
Era el círculo en nieve que se abría.
Mano era sin sangre la seda que borraba
la perfección que muere de rodillas
y en su celo se esconde y se divierte.
Vertical desde el mármol no miraba
la frente que se abría en loto húmedo.
En chillido sin fin se abría la floresta
al airado redoble en flecha y muerte.
¿No se apresura tal vez su fría mirada
sobre la garza real y el frío tan débil
del poniente, grito que ayuda la fuga
del dormir, llama fría y lengua alfilereada?
Rostro absoluto, firmeza mentída del espejo.
El espejo se olvida del sonido y de la noche
y su puerta al cambiante pontífice entreabre.
Máscara y río, grifo de los sueños.
Frío muerto y cabellera desterrada del aire
que la crea, del aire que le miente son
de vida arrastrada a la nube y a la abierta
boca negada en sangre que se mueve.
Ascendiendo en el pecho sólo blanda,
olvidada por un aliento que olvida y desentraña.
Olvidado papel, fresco agujero al corazón
saltante se apresura y la sonrisa al caracol.
La mano que por el aire líneas impulsaba,
seca, sonrisas caminando por la nieve.
Ahora llevaba el oído al caracol, el caracol
enterrando firme oído en la seda del estanque.
Granizados toronjiles y ríos de velamen congelados,
aguardan la señal de una mustia hoja de oro,
alzada en espiral, sobre el otoño de aguas tan hirvientes.
Dócil rubí queda suspirando en su fuga ya ascendiendo.
Ya el otoño recorre las islas no cuidadas, guarnecidas
islas y aislada paloma muda entre dos hojas enterradas.
El río en la suma de sus ojos anunciaba
lo que pesa la luna en sus espaldas y el aliento que en halo convertía.
Antorchas como peces, flaco garzón trabaja noche y cielo,
arco y cestillo y sierpes encendidos, carámbano y lebrel.
Pluma morada, no mojada, pez mirándome, sepulcro.
Ecuestres faisanes ya no advierten mano sin eco, pulso desdoblado:
los dedos en inmóvil calendario y el hastío en su trono cejijunto.
Lenta se forma ola en la marmórea cavidad que mira por espaldas que nunca me preguntan, en veneno
que nunca se pervierte y en su escudo ni potros ni faisanes.
Como se derrama la ausencia en la flecha que se aísla
y como la fresa respira hilando su cristal,
así el otoño en que su labio muere, así el granizo
en blando espejo destroza la mirada que le ciñe,
que le miente la pluma por los labios, laberinto y halago
le recorre junto a la fuente que humedece el sueño.
La ausencia, el espejo ya en el cabello que en la playa
extiende y al aislado cabello pregunta y se divierte.
Fronda leve vierte la ascensión que asume.
¿No es la curva corintia traición de confitados mirabeles,
que el espejo reúne o navega, ciego desterrado?
¿Ya se siente temblar el pájaro en mano terrenal?
Ya sólo cae el pájaro, la mano que la cárcel mueve,
los dioses hundidos entre la piedra, el carbunclo y la doncella.
Si la ausencia pregunta con la nieve desmayada,
forma en la pluma, no círculos que la pulpa abandona sumergida.
Triste recorre -curva ceñida en ceniciento airón-
el espacio que manos desalojan, timbre ausente
y avivado azafrán, tiernos redobles sus extremos.
Convocados se agitan los durmientes, fruncen las olas
batiendo en torno de ajedrez dormido, su insepulta tiara.
Su insepulta madera blanda el frío pico del hirviente cisne.
Reluce muelle: falsos diamantes; pluma cambiante: terso atlas.
Verdes chillidos: juegan las olas, blanda muerte el relámpago en sus venas.
Ahogadas cintas mudo el labio las ofrece.
Orientales cestillos cuelan agua de luna.
Los más dormidos son los que más se apresuran,
se entierran, pluma en el grito, silbo enmascarado, entre frentes y garfios.
Estirado mármol como un río que recurva o aprisiona
los labios destrozados, pero los ciegos no oscilan.
Espirales de heroicos tenores caen en el pecho de una paloma
y allí se agitan hasta relucir como flechas en su abrigo de noche.
Una flecha destaca, una espalda se ausenta.
Relámpago es violeta si alfiler en la nieve y terco rostro.
Tierra húmeda ascendiendo hasta el rostro, flecha cerrada.
Polvos de luna y húmeda tierra, el perfil desgajado en la nube que es espejo.
Frescas las valvas de la noche y límite airado de las conchas
en su cárcel sin sed se destacan los brazos,
no preguntan corales en estrías de abejas y en secretos
confusos despiertan recordando curvos brazos y engaste de la frente.
Desde ayer las preguntas se divierten o se cierran
al impulso de frutos polvorosos o de islas donde acampan
los tesoros que la rabia esparce, adula o reconviene.
Los donceles trabajan en las nueces y el surtidor de frente a su sonido
en la llama fabrica sus raíces y su mansión de gritos soterrados.
Si se aleja, recta abeja, el espejo destroza el río mudo.
Si se hunde, media sirena al fuego, las hilachas que surcan el invierno
tejen blanco cuerpo en preguntas de estatua polvorienta.
Cuerpo del sonido el enjambre que mudos pinos claman,
despertando el oleaje en lisas llamaradas y vuelos sosegados,
guiados por la paloma que sin ojos chifla,
que sin clavel la frente espejo es de ondas, no recuerdos.
Van reuniendo en ojos, hilando en el clavel no siempre ardido
el abismo de nieve alquitarada o gimiendo en el cielo apuntalado.
Los corceles si nieve o si cobre guiados por miradas la súplica
destilan o más firmes recurvan a la mudez primera ya sin cielo.
La nieve que en los sistros no penetran, arguye
en hojas, recta destroza vidrio en el oído,
nidos blancos, en su centro ya encienden tibios los corales,
huidos los donceles en sus ciervos de hastío, en sus bosques rosados.
Convierten si coral y doncel rizo las voces, nieve los caminos,
donde el cuerpo sonoro se mece con los pinos, delgado cabecea.
Más esforzado pino, ya columna de humo tan agudo
que canario es su aguja y surtidor en viento desrizado.
Narciso, Narciso. Las astas del ciervo asesinado
son peces, son llamas, son flautas, son dedos mordisqueados.
Narciso, Narciso. Los cabellos guiando florentinos reptan perfiles,
labios sus rutas, llamas tristes las olas mordiendo sus caderas.
Pez del frío verde el aire en el espejo sin estrías, racimo de palomas
ocultas en la garganta muerta: hija de la flecha y de los cisnes.
Garza divaga, concha en la ola, nube en el desgaire, espuma colgaba de los ojos, gota marmórea y dulce plinto no ofreciendo.
Chillidos frutados en la nieve, el secreto en geranio convertido.
La blancura seda es ascendiendo en labio derramada,
abre un olvido en las islas, espadas y pestañas vienen
a entregar el sueño, a rendir espejo en litoral de tierra y roca impura.
Húmedos labios no en la concha que busca recto hilo,
esclavos del perfil y del velamen secos el aire muerden
al tornasol que cambia su sonido en rubio tornasol de cal salada,
busca en lo rubio espejo de la muerte, concha del sonido.
Si atraviesa el espejo hierven las aguas que agitan el oído.
Sí se sienta en su borde o en su frente el centurión pulsa en su costado.
Si declama penetra en la mirada y se fruncen las letras en el sueño.
Ola de aire envuelve secreto albino, piel arponeada,
que coloreado espejo sombra es del recuerdo y minuto del silencio.
Ya traspasa blancura recto sinfín en llamas secas y hojas lloviznadas.
Chorro de abejas increadas muerden la estela, pídenle el costado.
Así el espejo averiguó callado, así Narciso en pleamar fugó sin alas.
(1937)

Bigrafía José Lezama Lima



José Lezama Lima

Nacimiento 19 de diciembre de 1910
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Defunción   9 de agosto de 1976
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Ocupación   Abogado, escritor
Nacionalidad         Bandera de Cuba Cuba
Período       1930 - 1971
Género        Poesía, novela, cuento, ensayo

José María Andrés Fernando Lezama Lima, conocido sencillamente como José Lezama Lima (La Habana, 19 de diciembre de 1910 - íbid, 9 de agosto de 1976) fue un poeta, novelista, cuentista y ensayista cubano. Su novela Paradiso ha alcanzado una gran repercusión internacional desde su publicación en 1966.
Biografía
Nació el 19 de diciembre de 1910 en el campamento militar de Columbia, en La Habana, hijo de José María Lezama y Rodda, coronel de artillería e ingeniero, y de Rosa Lima.

En 1920, Lezama ingresa en el colegio Mimó, donde concluye sus estudios primarios en 1921. Comienza sus estudios de segunda enseñanza en el Instituto de La Habana, donde se gradúa como bachiller en ciencias y letras en 1928. Un año más tarde iniciará los estudios de Derecho en la Universidad de La Habana.

Su obra culterana está saturada de claves, enigmas, alusiones, parábolas y alegorías que aluden a una realidad secreta, íntima y, al mismo tiempo, ambigua. Desarrolló una erótica de la escritura, anticipándose, de esta manera, a las corrientes europeas de la estilística estructuralista. Sus ensayos son imaginativos, poéticos, abiertos y constituyen una recreación de textos y visiones. Promotor de revistas y cenáculos, supo congregar en torno de sí a poetas de la talla de Gastón Baquero, Cintio Vitier, Eliseo Diego, Virgilio Piñera y Octavio Smith, entre otros. Su amistad con el poeta y sacerdote español Ángel Gaztelú, contribuyó a la formación de su mundo espiritual.

Participó el 30 de septiembre de 1930 en los movimientos estudiantiles contra la dictadura de Gerardo Machado. Publicó su primer trabajo, el ensayo Tiempo negado, en la revista Grafos, en la que al año siguiente se publica su primer poema titulado Poesía. Fundó en 1937 la revista Verbum y su famoso libro Muerte de Narciso. Durante los siguientes años creó otras tres revistas: Nadie parecía, Espuela de Plata y Orígenes junto a José Rodríguez Feo, una de las publicaciones más importantes de la década del 1940, en la que publicó los primeros cinco capítulos de su obra cumbre: Paradiso.

El 12 de septiembre de 1964 muere la madre del poeta. Luego éste se casará con su secretaria María Luisa Bautista el 5 de diciembre del mismo año. Sólo salió de Cuba durante dos breves períodos en viajes a México y Jamaica. Un año después ocupa el cargo de investigador y asesor del Instituto de literatura y lingüística de la Academia de Ciencias. Es en esa época cuando publica su Antología de la poesía cubana.

Su novela Paradiso, obra cumbre del autor, fue publicada en el año 1966. Considerada por muchos críticos como una de las obras maestras de la narrativa del siglo XX, en ella confluye toda su trayectoria poética de carácter barroco, simbólico e iniciático. Fue publicada en 1970 por la editorial mexicana Era, en una edición revisada por el autor y al cuidado de Julio Cortázar y Carlos Monsiváis.

Paradiso fue calificada por las autoridades cubanas dos años más tarde como "pornográfica" debido al tema de la homosexualidad en su trama y esto sirvió de antesala a la acusación por actividades contrarrevolucionarias en 1971 que le amargó los últimos años de su existencia. Las actuales autoridades cubanas han rectificado radicalmente este enfoque de la obra de Lezama.

Profundo conocedor de Platón, los poetas órficos, los filósofos gnósticos, Luis de Góngora y las corrientes culteranas y herméticas, devoto del idealismo platónico y ferviente lector de los poetas clásicos, Lezama vivió plenamente entregado a los libros, a la lectura y a la escritura. Se ha dicho de él que fue "un escritor de palabra golosa, henchida de barruntos sobre las más extraordinarias imaginerías. En él, el vocablo se hunde, como inmenso cucharón, en un caldo que contiene todos los saberes y todos los sabores y logra extraer, inimaginablemente entremezclados, bocados que son imágenes, que son poesía. Lezama es un poeta de lo sensual; escritor de una palabra que es deleite, que es placer, que es plenitud" (Rafael Fauquié, Escribir la Extrañeza).

La estética de Lezama es la estética de la intuición y de lo intuitivo: percepción primaria donde se encuentran todas las clarividencias. Por lo que respecta a su poesía, no se alteró especialmente en la forma ni el fondo con la llegada de la Revolución y se mantuvo como una suerte de monumento solitario difícilmente catalogable. Para muchos especialistas, el conjunto de su obra representa dentro de la literatura hispanoamericana una ruptura radical con el realismo y la psicología y aporta una alquimia expresiva que no provenía de nadie. Julio Cortázar fue sin duda el primero en advertir la singularidad de su propuesta.

En 1972 recibe el Premio Maldoror de poesía de Madrid y en Italia el premio a la mejor obra hispanoamericana traducida al italiano, por la novela Paradiso.

Falleció el 9 de agosto de 1976 a consecuencia de las complicaciones del asma que padecía desde niño. A pesar de su escasa difusión editorial, la obra de José Lezama Lima sigue trascendiendo más allá del tiempo y las fronteras. Muchos poetas y narradores cubanos, latinoamericanos y españoles posteriores a él siguen admitiendo la influencia significativa que la propuesta de Lezama ha tenido en ellos: el caso más notorio sea quizás el de Severo Sarduy, que postuló su teoría del neobarroco a partir del barroco de Lezama.

Siendo hermético por instinto y por el exceso expresivo, busca la revelación del misterio de la poesía. Fue un poeta religioso que, como San Juan de la Cruz, hace prevalecer el sentir sobre el decir.

Lezama consiguió devolver a la poesía su esencia, pues en algún momento descendió hasta la inutilidad de la palabra usada y ya desprovista de música. Él estructuró un sistema poético del mundo sin importarle la dificultad que su lectura entrañaba para todos los lectores: quiso explicar el conocimiento del mundo desde la otra orilla, de lo desconocido, de lo otro y en ese recorrido lograr el desvelamiento de un nuevo ser nacido de la oscuridad: la poesía.

José Lezama Lima crea un sistema para explicar el mundo a través de la metáfora y especialmente de la imagen. Su famosa frase lo resume: "la imagen es la realidad del mundo invisible".

23 años después de haberle puesto en la picota por "actividades contra-revolucionarias", le rinde homenaje el pueblo cubano con la salida del film Fresa y chocolate (1994) : Lezama Lima es el modelo de Diego, esteta y gay; y David, de las juventudes comunistas, lo descubre durante su metamorfosis, se vuelve hombre después de una gran "cena a la Lezama".

Es discutible la identificación de los personajes de Lezama Lima y Diego en José Lezama Lima, sobre todo por precedentes como el de la "cena lezamiana"; esta identificación puede tener valor arquetípico, pero es difícilmente puntual, ya desde la mención misma de la cena, que alude a un culto habitual y externo entre los escritores marginales por la figura de Lezama Lima. Dada la autoría del cuento original El bosque, el lobo y el hombre nuevo, por Senel Paz y su relación con Reinaldo Arenas, parece que esta es la verdadera filiación; es decir, Reinaldo Arenas, un connotado homosexual y promotor cultural además de escritor laureado, muestra la personalidad de Lezama Lima a Senel Paz, un joven escritor en ciernes y heterosexual relativamente comprometido con el proceso revolucionario. La relación es conflictiva dadas las circunstancias de cada uno de los dos, pero lo importante es la alusión cultista a la "cena lezamiana"; que hace énfasis en una escena de la novela Paradiso, inspirada a su vez en una similar del clásico fundacional de la literatura cubana, Cecilia Valdés. Reinaldo Arenas, a su vez, toca explícitamente el tema de la cena en una parodia de Cecilia Valdés; pero la manera en que este tema se trata en el cuento de Senel Paz y la película hace difícil que sea el mismo autor de Paradiso el protagónico de ese drama, que por otra parte no tiene otras referencias sobre su vida o su obra.

En enero del 2011 la revista Revolución y Cultura,1 órgano oficial del Ministerio de Cultura cubano, sacó un número dedicado a Lezama Lima, con una selección de artículos y reseñas sobre su obra, escritos por el Ministro de Cultura Abel Prieto, la Dra. Luisa Campuzano, la poeta Marilyn Bobes, el discípulo de Lezama, Cintio Vitier, los investigadores Félix Guerra y Ciro Bianchi y el escritor exiliado Fernando Velázquez Medina, entre otros intelectuales que le rindieron así homenaje al Maestro en sus primeros cien años.

    El premio anual de poesía en castellano de "Casa de las Américas", lleva el nombre de este lírida.

Obras

    Muerte de Narciso. (poesía) 1937
    Juego de las decapitaciones (cuento)
    Patio morado (cuento)
    Coloquio con Juan Ramón Jiménez. 1938
    Enemigo Rumor. (poesía) 1941
    Aventuras Sigilosas. (poema) 1945
    La Fijeza (poesía). 1949
    Arístides Fernández. (ensayo) 1950
    Analecta del Reloj. (ensayos) 1953
    La expresión americana. (ensayo) 1969
    Tratados en La Habana. (ensayo) 1958
    Dador. (poesía) 1960
    Antología de la poesía cubana. 1965
    Órbita de Lezama Lima. 1966
    Paradiso, novela 1966
    Los grandes todos. (Antología)
    Posible imagen de Lezama Lima. 1979
    Esfera imagen. Sierpe de Don Luis de Góngora
    Las imágenes posibles. (ensayo) 1970
    Poesía Completa. 1970
    La cantidad hechizada. (ensayo) 1970
    Introducción a los vasos órficos 1971
    Las eras imaginarias (ensayo) 1971

SI ALGUNA VEZ - Augusto Roa Bastos



SI ALGUNA VEZ

Si alguna vez quisieras hablarme, yo estaría

con mi ser aquietado más que un agua nocturna

para la ondulación de tus palabras.



Estaría en la noche sintiendo cómo el roce

de tu voz sobre el alma del silencio me nombra,

¡y yo sin saber dónde arrodillarme...!



Vértebras de caricias reanimarán mis horas.

Palabras con sus bordes tatuados de ternura,

y entre un presagio y un temor, tú misma.



Háblame. Mírame. Tus voces, tu mirada,

desarmarán mis párpados y mi arteria de sombras,

y en ámbitos de un hielo estupefacto,

por liturgia del fuego, mi rosa envenenada.

Será otra vez la lumbre de un corazón más joven.

(Enero, 1942)



LAMENTO DE LA ESPIGA DE LA TARDE

Rubio color de la espiga,

no te mueras por la tarde,

que el hombre mira sin ojos

y sin voz llora penares,

     por la tarde...



Rubio color de la espiga,

bajo la nieve del aire

no te mueras, no te mueras,

ni vuelvas color de sangre,

     por la tarde...



El arado de la muerte

ara con rejas chirriantes.

Los campos quedan en llamas

derruidas las ciudades,

     por la tarde...


Con lúgubre sonsonete

canta el labriego salvaje,

cegando luz de horizontes,

sus cantares, sus cantares,

     por la tarde...



Todos los hombres se han muerto.

A lo largo de una calle

un rubio niño en harapos

duerme abrazado a un cadáver,

     por la tarde...



Y el viento agita la espiga,

y el agua lava la sangre;

un viento loco de angustias,

un agua de soledades,

     por la tarde...



...Todos los hombres se han muerto

por la tardé...



Cuando se despierte el niño,

cuando la espiga madure,

     por la tarde...

el viento se habrá dormido

y el agua, en las soledades...,



y en el silencio, silencio,

del día que no se acabe,

granará la roja espiga

     de la tarde...

(Mayo 1 – 1942)



HUIDA

Sobre el hierro olvidado se apagan las violetas.

Y sobre el hierro crecen los suspiros y adioses,

las huellas musicales del corazón del viento

que busca lejanías para olvidar sus bosques.



Un cierto transparente sueña escorzos de huida.

Pero el soñar se quiebra sobre muertos sabores.

No basta que el instinto del nardo le apacigüe

la frente en que sollozan esmeraldas y adioses...



¿Dónde enterró su claro círculo el mediodía;

sus corolas ardientes, en qué arena, en qué noche,

si todo está en silencio: viento, flor y latido,

si todo está ya inmóvil entre las altas torres...?



El ciervo transparente yace bajo la niebla.

Sus ojos desolados por la humedad salobre

van subiendo en los tallos del humo y de la espada

para mirar la sangre secándose en la Noche.

[Enero, 1942]